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LA SALUD MENTAL EN EL MUNDO ACTUAL
 

Hoy nos centraremos en un tema que nos parece básico para comprender cómo somos los seres humanos en un aspecto de nuestra existencia. Y es el referido a nuestra salud, y en concreto a nuestra salud mental. Los seres humanos necesitamos cuidar de nuestra salud. De modo que, si estamos padeciendo una gripe, por poner un ejemplo que nos ayude a pensar, y necesitamos acudir a un médico, no lo dudamos mucho, a lo mejor un poco, pero más por la incomodidad del trastorno que significa salir de casa, que por saber que los consejos que nos vaya a dar el médico nos vaya a mejorar y a tranquilizar. Lo que estamos haciendo en esos momentos es cuidar de nuestra salud, llamémosle física. Cuidamos de esa manera nuestro cuerpo, para que funcione bien. Pero si estamos pasando una época de insomnio, de angustias, de estrés, o algo parecido, nos cuesta muchísimo, aceptar que un profesional de la salud mental nos pueda ayudar. Vivimos como un signo de debilidad personal, el que no seamos capaces de resolver esa dificultad, por nosotros mismos. De modo que todo lo concerniente a la salud mental, nos resulta complicado de afrontar.       

 
Cuando uno entra en Internet, y busca la referencia sobre Salud Mental, aparecen 2.780.000 resultados. Esto da una idea de lo importante que es para la humanidad y lo poco que sabemos de ella. Poco a poco iremos acercándonos a este concepto para que lo situemos en el sitio que la sociedad de hoy necesita colocarlo.
 
La Organización Mundial de la Salud, (OMS), es la autoridad directiva y coordinadora de la acción sanitaria en el sistema de las Naciones Unidas. Es la responsable de desempeñar una función de liderazgo en los asuntos sanitarios mundiales, configurar la agenda de las investigaciones en salud, establecer normas, articular opciones de política basadas en la evidencia, prestar apoyo técnico a los países y vigilar las tendencias sanitarias mundiales.
 
Los principales cometidos de la Asamblea Mundial de la Salud son aprobar el programa y el presupuesto de la OMS para el siguiente bienio y decidir las principales cuestiones relativas a las políticas sanitarias. Tal y como establece su Constitución, el objetivo de la OMS es que todos los pueblos de la tierra puedan gozar del grado máximo de salud que se pueda lograr. La Constitución de la OMS define la salud como un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente como la ausencia de afecciones o enfermedades.
 
El concepto de salud mental es, entonces, una construcción social y cultural, aunque pueden definirse o determinarse algunos elementos comunes. Por esta razón, diferentes profesiones, comunidades, sociedades y culturas tiene modos diferentes de conceptuar su naturaleza y sus causas, determinando qué es salud mental y decidiendo cuáles son las intervenciones que consideran apropiadas. Sin embargo, los estudiosos tienen a su vez diferentes contextos culturales y religiosos y diferentes experiencias que pueden determinar las metodologías aplicadas durante los tratamientos.
 
Creo que para poder pensar acerca del tema de la Salud Mental, sería necesario precisar algunas ideas que son fundamentales. Una de ellas transcurre entre mediados y finales del Siglo XIX, cuando en el campo de la Salud Mental empiezan a surgir una serie de clasificaciones, de cuadros clínicos, que intentan describir todos los casos que el Médico o el Psiquiatra, entendía que formaban parte de la enfermedad. El modelo a partir del cual se organiza este modo de entender la enfermedad mental, algunos autores lo llaman órgano-mecanicista. Se parte del hecho de que la enfermedad mental era la resultante de algún tipo de lesión. La enfermedad prototípica era la Parálisis General Progresiva, que efectivamente es la resultante de lesiones concretas.
 
Posteriormente, a comienzos del Siglo XX, se tiende a considerar a las enfermedades mentales como formas cuya tipicidad deriva de causas diversas. Esta elasticidad del concepto de enfermedades mentales, este carácter más dinámico de sus manifestaciones, su complejidad, se produce porque Sigmund Freud, produce una auténtica ruptura con la Psiquiatría clásica. Freud viene a plantear un modo novedoso de abordar la enfermedad mental, en el que se desplaza la atención, que antes se ponía en el enfermo y se le decía lo que le pasaba, partiendo de lo que el profesional observaba para ordenarlo, a la que ahora, a partir de su aporte esencial y poco reconocido, que es la existencia de mecanismos mentales inconscientes, la atención se pone en lo que el profesional escucha para poder comprender lo que le pasa al paciente.
 
Este cambio de actitud no sólo significa cambiar la mirada por la escucha, sino que, también implica, que entre la persona supuestamente sana y la supuestamente enferma, no hay mucha diferencia. Los mismos mecanismos mentales que operan en la persona enferma operan en cada uno de los llamados normales. Que los mismos mecanismos de defensa están operando tanto en la enfermedad mental como en la salud mental. O sea que entre la persona enferma y la que no lo está, simplemente hay una diferencia de grado, de cantidad y no de cualidad. La diferencia es solo cuantitativa y no cualitativa.
 
De modo que, a finales del Siglo XIX se pensaba sobre la enfermedad mental y se trataba de comprenderla desde una causa muy concreta, muy determinada como una lesión orgánica. A partir de los aportes de Sigmund Freud, la profundización del conocimiento de la intimidad de la enfermedad mental, empieza a poner en evidencia que la Salud Mental no obedece solamente al funcionamiento de las estructuras cerebrales, sino que también el medio, las experiencias concretas, las interacciones con los otros y la historia de cada persona, influyen para entender el porqué de su mayor o menor equilibrio emocional. Freud le quita, como causa única de la enfermedad mental, esa imagen de enfermedad física e introduce los factores psicológicos, los factores antropológicos, los factores sociales, en suma los factores vivenciales. Estos aportes, junto con los que se han venido sucediendo desde entonces, han permitido que hoy ya no se hable de enfermedad mental sino de trastorno mental y se lo define como una alteración o perturbación de una función psíquica.
 
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, la Salud Mental puede definirse de la siguiente manera:
 
La Salud Mental es un estado sujeto a fluctuaciones, provenientes de factores biológicos y sociales en que el individuo se encuentra en condiciones de conseguir una síntesis satisfactoria de sus tendencias instintivas, potencialmente antagónicas, así como para formar y mantener relaciones armoniosas con los demás y para participar constructivamente en los cambios que puedan producirse en su medio ambiente físico y social”.
 
El hecho de que se refiera a “un estado sujeto a fluctuaciones”, es porque la Salud Mental nunca es una línea recta y en sentido ascendente, sino más bien una línea ondulada, con crestas y valles, o sea, con momentos buenos y malos, donde tratamos que predominen los buenos para estar en presencia de una buena salud mental.
 
En esta definición también se hace referencia a los factores biológicos y sociales. Desde lo biológico, un simple dolor de cabeza, es suficiente para que cambie el estado de ánimo de una persona. Ya no estamos igual de bien y eso que estamos hablando de un malestar sencillo, algo trivial, no pensemos que pasaría con una dolencia grave.
 
Pero también, si perdemos nuestro trabajo, o si discutimos con nuestra pareja, provoca en nosotros una alteración de nuestro estado de ánimo. Aquí estaremos en presencia de los factores sociales.
 
Pero si bien estamos expuestos a estos factores, me gustaría aclarar que desde el punto de vista biológico el ser humano no ha cambiado mucho en los últimos miles de años, de modo que las alteraciones que tienen que ver con el cuerpo básicamente son las mismas. Lo que si ha cambiado profundamente es lo social. De hecho, la Organización Mundial de la Salud, para este año, ha hecho hincapié en el tema de la Salud Mental en un mundo cambiante, en el impacto de la cultura y de la diversidad.
 
Está claro que no se puede comprender la situación de la Salud Mental hoy en el mundo si uno no la ve en un contexto más amplio, que es el de las profundas transformaciones y cambios que se han producido en los últimos años. Si uno quiere comprender cualquier fenómeno en su intimidad hay que pensarlo siempre en función del contexto del cual forma parte. Los fenómenos pensados en sí mismos como hechos aislados, no son comprensibles, porque todo lo que nos rodea o es un sistema en sí mismo o es parte de un sistema mayor.
 
La Organización Mundial de la Salud, en su informe anual, estima que unos 450 millones de personas sufren trastornos mentales o neurológicos o problemas psicosociales como los relacionados con el abuso del alcohol y drogas. Una persona de cada cuatro se verá afectada por un trastorno mental en algún momento de su vida. La depresión grave se sitúa ya en el cuarto lugar entre las 10 causas principales de la carga mundial de morbilidad, y si las previsiones son correctas, en el término de los próximos 20 años llegará a ocupar el segundo lugar. En todo el mundo, 70 millones de personas sufren dependencia del alcohol. Una 50 millones sufren epilepsia y unos 24 millones padecen esquizofrenia. Entre 10 y 20 millones de personas intentan suicidarse cada año y un millón de ellas, con frecuencia muy jóvenes lo consiguen.
 
Si bien las cifras son alarmantes, lo es aún más el hecho de que en el momento actual y a pesar de las investigaciones realizadas, muchos de nosotros consideramos que estar enfermo mentalmente es una derrota personal e incluso familiar, sentimos temor de hablar y afrontar la situación y abrigamos la esperanza de que nunca llegaremos a vivirla de manera directa o indirecta. Es así como las personas consideradas enfermas mentales sufren en soledad su condición personal, por temor a ser rotuladas, aisladas o excluidas socialmente.
 
Una buena salud mental no es sinónimo de estar alegre, de nunca deprimirse o de no sentirse abatido por los conflictos de la vida cotidiana. Pero cuando los sentimientos de tristeza, soledad o depresión afectan el diario vivir o se evidencian de manera permanente, pueden ser indicadores de una situación de riesgo. Las personas en situación de riesgo, tienden a ocultarlo por miedo al rechazo social, ya que la falta de conocimiento ha contribuido a que se tengan ideas preconcebidas sobre las enfermedades mentales y las personas que las sufren, son vistas como personas agresivas y violentas que no tienen esperanza de cura, como individuos débiles de carácter y de personalidad, con bajo control de impulsos y con dificultades para afrontar y superar situaciones estresantes. La ignorancia es atrevida, pero nos lleva a reconocer la necesidad de generar procesos educativos y de sensibilización comunitaria sobre la salud mental, con el objetivo de disminuir los mitos y temores personales, familiares y sociales y con ello incrementar el uso de los servicios de salud y lograr brindar un tratamiento oportuno y eficaz.
 
Es por ello, que desde el Centro de Psicoterapia Giralda, porque estamos sensibilizados con esta realidad que nos afecta a todos, ofrecemos unos servicios profesionales, con psicoterapeutas preparados para ofrecer la máxima contención y comprensión al sufrimiento que cada una de las personas que está pasando por un mal momento, necesita recibir. De ese modo, creemos que estamos colaborando para que cada ser humano tenga una calidad de vida acorde con el esfuerzo personal que realiza para vivir.

 

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